La vida del hombre-caracola. XXX

Fuego Hc-

No me sacio con el amor que siento hacia todos los seres de la Tierra, el universo también se me queda pequeño, lo reconozco, soy muy ambicioso, amo a todo lo que se menea, incluso a la nada, porque me ayuda a comprender y admirar la existencia. Aunque he de decir que mi amor es correspondido, las flores de las macetas de mi morada florecen cuando me vienen a saludar la luna y los planetas, y mi concha está pulida por la infinidad de besos que me proporcionan Emi, mis familiares, mis amigos, mis gatos… No le pido otra cosa a la vida, me basta con querer y que me quieran, es la única manera de encontrar mi paz interior, el mejor remedio contra cualquier guerra. Quien no le encuentre sentido a la vida, le recomiendo y le deseo miles de abrazos y besos, cariño, ternura…, aunque sé que eso, por desgracia, todavía no está al alcance de cualquiera, ni se puede pagar con dinero por mucho poder que uno tenga. El amor da sentido a la vida, quien no lo pueda encontrar, he de deciros que éste también se siembra, crece como la albahaca, y llueva o no, está asegurada la cosecha. Me encargo de encender cada día de invierno el fuego del hogar, me encanta hacerlo, mis gatos ronronean de gusto cuando la hoguera comienza a calentar, son los primeros en ocupar el mejor lugar del sofá, el más cercano al fuego. Con la primeras llamas siempre danzo y quemo un papel, en el que previamente escribo un deseo, no creo que eso sirva de algo pero me gusta soñar, lo tomo como un ritual, los pequeños detalles me hacen sentir grandes momentos. Almoster protege del frío y arropa con su manto a todos sus habitantes, que a estas horas duermen cada cual con su sueño, su alegría o su pena…, cada vecino con su camino pero todos con un mismo destino, seguramente el mismo que el mío. Éste solo lo conocen los que, como yo, han logrado desprenderse de su piel y de sus huesos. Mientras escribo lo que siento en el silencio, las agujas de mi reloj siguen libres del tiempo, hace poco han adoptado a una niña, se les ve tan felices…, me alegro mucho por ello.

La vida del hombre-caracola. XXIX

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Cuando poseía como cabeza dos orificios nasales y un par de orejas, entre otras cosas, en vez de una concha de caracola hueca, era mucho más frágil que ahora. Como sabéis, el sonido del mar eclipsa todos mis miedos, eso me hace fuerte, y a pesar de no tener vista, no noto la ausencia de mis pupilas, con la imaginación puedo ver incluso mucho más. En este momento admiro un horizonte iluminado, es esperanzador, y unas nubes en un cielo azul intenso, que cambian de forma a mi antojo. El mar duerme y el graznido de las gaviotas sirve como canción de cuna, para él y para la luna, ésta sonríe mientras muy lentamente va cerrando los ojos, es tan bella… Soy consciente que hay muchas personas que sufren, he viajado por muchos países y he conocido a muchas almas en pena. He observado por medio mundo que no nacemos todos con las mismas condiciones, eso crea diferencias, injusticias. Sé que mueren muchas vidas por el hambre, que en cada país habita al menos una guerra, que hay un conflicto debajo de cada piedra…Soy lo suficiente inteligente para saber que el mundo se mueve por el interés, ese es el principal problema que tendríamos que solucionar. No me cansaré de decirlo, y por suerte, no soy el único que lo dice o que lo piensa, aunque a algunos les suene a ñoña, deberíamos empezar a obrar con el corazón. Tendríamos que cultivar la bondad, la solidaridad, el respeto, la igualdad…, desde los parlamentos, las casas, los bares, las panaderías, las escuelas… El día que gobierne el amor se acabará el odio, el miedo, los dictadores, las victimas…, reinará la paz, aunque sé que es difícil pero lo deberíamos intentar, corre un poquito de prisa. Todo cambiará el día que nuestros gobernantes amen a su pueblo, cuando dejen de aprovecharse de él, de robarle su dignidad. Por muy mal que lo hayamos hecho, la humanidad merece, al menos, un poquito más de humanidad. Ahora ha cambiado el paisaje y ha empezado a refrescar, bajaré a encender la hoguera, Emi está a punto de llegar. Miraré que hay en la nevera, algo le prepararé para cenar, ya sabéis que a mi pesar no puedo morder ni masticar, me conformo con estar cerca de ella.