La vida de Hombre-Caracola. XCIV.

  Vuelo alto, por encima de las estrellas sin moverme de mi sillón, aunque no piensen lo mismo los que me suministran la medicación. No lo puedo evitar, es algo natural en mí, y no lo hago para que me observéis ni me admiréis desde abajo, no es para nada mi intención. Ni mucho menos os exijo obediencia, no marcho tan lejos de la Tierra para juzgaros y controlaros, ni para castigaros… No necesito alabanzas ni que me dediquéis ninguna oración… Os aseguro que no soy ni pretendo ser ningún dios.
  Cuando era joven me encantaba conquistar las cumbres más altas, entre otras cosas amaba a las montañas, era alpinista y escalador, y ahora que no tengo los músculos de mi juventud, utilizo para elevarme por encima de la luna, entre otras cosas, el arte y mi imaginación. Cuando viajo por estos mundos tan lejanos de nuestro planeta y tan apartados de las leyes de los hombres, de mi piel, mi oreja izquierda y de mi esternón…, soy tan solo una esencia, 100% amor. Sí, sé que es difícil de entender, no lo comprendo ni yo ni mi Doctor, poco pienso cuando estoy entre Venus y Plutón, tan solo siento el latido mi corazón.
  No creo que solo los locos o chamanes puedan practicar mis experiencias, si os empeñáis y os dedicáis algo de tiempo, cualquiera puede sentirse como un servidor. Os aconsejo que nadie os arrebate vuestra oscuridad, vuestra soledad y vuestra tristeza, son necesarias para sentir la luz de la que gozo yo.
  Os aseguro que no quiero ser ni soy ningún ser superior, nadie es más ni menos que yo, todos somos hijos de la tierra y el sol, poca diferencia existen entre los de Murcia y los de New York. Entiendo vuestras creencias y vuestra razón, pero de poco sirven aquí y en el estado que me encuentro yo.
  Soy tan libre como lo era cuando nací y sospecho que también lo seré en el momento de mi último adiós, aunque también he conocido muchas veces la prisión. La libertad me hace dichoso, no hay nada mejor que un corazón sin cadenas, y no tengo porque sentir esclavitud, yo soy mi propio carcelero, quien tiene la llave de la puerta de mi jaula soy yo. Y además tengo un buen par de alas a mi disposición, me resulta difícil no emprender el vuelo, sed compresivos, por decirlo de alguna manera, tengo alma de gorrión.
  De verdad, no soy en absoluto más especial que vosotras y vosotros, un poco raro, sí, pero como todos, no me digáis que no.
  Y os aseguro que no soy Michael Landon ni ningún otro ángel, por el hecho de poder volar, tan solo soy un ser humano, aunque tenga por cabeza una caracola hueca sin cerebro en su interior. Por eso os ruego que no me hagáis demasiado caso, y además, viendo mi historial médico hasta yo dudaría de mi opinión.
  Si verdaderamente queréis aprender algo de la vida, vosotras y vosotros

sois los mejores maestros, cómo no. Yo tan solo cuento mis experiencias y puedo dar algún consejo, aunque sé que a pocos nos gustan, solemos defender nuestra razón, y como os he dicho antes, de poco me sirve ésta en este lugar y en mi situación.
  Lo que os aseguro es que mis obras y mis palabras, esté equivocado o no, surgen del corazón, que es lo único que tengo en estos momentos, lo demás lo dejé en el sillón de mi habitación.
  Y mientras os cuento mi vida, si eso sirve de algo, la vida pasa para Manuela, la recepcionista del Hotel Mocverd de Reus, que en estos momentos baila borracha la conga en la boda de su hermana Marisol. Tiene esperanzas por encontrar pronto novio, no sabe estar sola. Luchó a muerte por el ramo de la novia, incluso se le fracturó la muñeca y se le rompió el vestido pero al final lo consiguió. Cree que la suerte estuvo de su lado a pesar del grandísimo dolor. Manuela espera que las flores le traigan a su chico para sentir el amor, también quiere que le haga feliz su príncipe azul. Ella no quiere quedar soltera como su tía Asunción, quiere cumplir como su hermana con la tradición. No sabe que la felicidad depende de uno mismo y que para amar no es necesario que hayan dos. El novio canta en el karaoke una de Mecano, sí, seguro que la sabéis, pero no recuerdo el título, es la que dice algo así; Allí me colé y en tu fiesta me planté, Cocacola para todos y algo de comer, mucha niña mona pero ninguna sola, luces de colores, lo pasaré bien… La verdad es que el chico lo hace fatal, aunque que a él le sienta genial su actuación, el alcohol le ha desinhibido por completo, se ha quitado la corbata, la camisa y el pantalón. No puede dejar de cantar y bailar, de besar y a abrazar a todo dios…, parece que es el que lo pasa mejor.
  Bueno, llegó la hora de ir a dormir, hoy poco más os puedo contar, me cansé de jugar con las teclas de mi ordenador. He de deciros que os quiero con locura, mi querida Humanidad, y os recuerdo que no olvidéis nunca las tres palabras mágicas para que el mundo vaya a mejor: paz, respeto y amor.