
HOMBRE-CARACOLA EN LA ISLA DEL CORAZÓN MÁGICO.
Capítulo XI
DE VUELTA A LA ISLA DEL CORAZÓN MÁGICO.
Mujer-Caracola y yo nos dirigimos al espigón de Tarragona, cuando era joven me gustaba ir allí con los amigos. Después de cada fiesta, acabamos viendo el amanecer escuchando como estallaban las olas contra los grandes bloques de hormigón mientras comíamos churros con chocolate.
Han pasado dos semanas desde el día de la inauguración de mi exposición y en estos días hemos disfrutado muchísimo de la familia y los amigos. Como bien sabéis todos la realidad sigue igual, a plena luz del día se sigue permitiendo las guerras, la desigualdad, la esclavitud.., se continúa arrasando los bosques, envenenando el aire, los mares y los ríos de mi amado planeta…
Pienso en el camino que lleva la humanidad y me produce tristeza, de mi corazón brotan lágrimas como perlas pero como el buen chamán, nunca mostraré mi llanto frente a la tribu, yo siempre le lloro a las estrellas, ellas son las que mejor entienden mis penas.
De repente escucho en mi universo interior la inconfundible voz del Corazón Mágico. Me dice que de nada sirve mi tristeza ni mi indignación para que mejore el planeta, aunque comprende que resulta inevitable entristecerse e indignarse con las injusticias. Me comenta que en poco puedo ayudar si la humanidad no despierta y que lo mejor que puedo hacer es amar y contagiar con mi amor a todo lo que se menea. El Corazón Mágico me cuenta que el hombre no evolucionará mientras gobierne en el planeta la ambición y me dice que cambiar el mundo es demasiado complicado incluso para el chamán más poderoso de la Tierra que conoce, aunque no nombra su nombre. Me explica que ese chamán a principios de los ochenta intentó cambiar el mundo y estuvo a un paso de conseguirlo pero un brujo de las fuerzas del mal le volvió loco, tanto que perdió por completo su identidad y nunca jamás volverá al mundo de la realidad. Aunque el Corazón Mágico trata de darme esperanzas y me dice que todo es posible y que todos los problemas tienen solución menos la muerte.
Llegamos al final del rompeolas y el Corazón Mágico me pide que regresemos a la isla, que allí está nuestro lugar. Me sugiere que si tengo la intención de ayudar a la humanidad, solo en el mundo de la imaginación puedo hallar las soluciones de todos mis problemas y que la naturaleza será mi mejor maestra.
Mi compañera y yo decidimos sin dudarlo regresar a la isla, en gran parte porque Chancho y Frida siguen allí y no pretendemos abandonarlos. El Corazón Mágico nos recuerda que si queremos volver sigamos bien los pasos que nos indicó el Guardián de los Sueños.
Unimos las manos con la llave dorada en mi bolsillo, cerramos un ojo y empezamos a cantar la canción de José Luís Perales, “Un velero llamado libertad”, pero surge un problema. Mujer-Caracola no recuerda bien el estribillo y ha dicho en una frase, “Y a su barca le llamó libertad” y lo correcto es, “Y a su barco le llamó libertad”. Pero ya no podemos dar marcha atrás, la magia está echada, esperemos que los espíritus nos protejan y nos lleven a la isla sin ningún problema.
Hemos aparecido desconcertados justo al lado del muro del recinto de nuestro hogar de la isla, hace mucho frio y esta lloviendo. Ahora al muro no le falta ni una piedra, parece recién construido y el corazón de hierro oxidado que había anclado en él parece nuevo y reluce como el sol. La puerta de la entrada del recinto está flamante y abierta de par en par. Así que nos acercamos a la casa pero antes de llegar vemos que el limonero del jardín es tan solo un esqueje, los pinos de alrededor parecen recién plantados…, toda la vegetación ha cambiado. La casa está como nueva por fuera, tiene como recién instaladas todas las persianas, el tejado está impecable y la edificación no tiene ni un desconchón. Sale humo de la chimenea de la casa, parece que en nuestro hogar ahora vive alguien, eso nos inquieta. Nos acercamos a la entrada y Mujer-Caracola me dice que la puerta parece otra de lo nueva que está, que ahora tiene cerradura y por mucho que empuja no se puede abrir. El pulsador del timbre que antes estaba destrozado y no funcionaba por falta de corriente está como nuevo de trinca y en la casa se ve que hay luz. Mi compañera se acerca por el exterior a una de las ventanas del comedor y logra ver a un hombre sentado frente al fuego de la chimenea, parece que está escribiendo algo. Viste con una túnica muy parecida a la que Mujer-Caracola me regaló en Turquía y en su pelo a lo Einstein reinan las canas alborotadas con ganas de guerra, parece que nunca han visto un peine. Mi compañera no logra verle la cara, el hombre parece muy concentrado en sus quehaceres.
El frio aumenta, la lluvia aprieta, se ha levantado un viento endemoniado y bien sabemos que por los alrededores no hay lugar donde cobijarse, así que decidimos pulsar el pulsador. Suena el zumbador marca Simón y en poco tiempo se abre la puerta. Nada más abrir el hombre se gira y nos da la espalda sin que Mujer-Caracola logre verle el rostro, luego se dirige al fuego, se sienta en un sillón de escai del estilo de los ochenta y sin darse la vuelta nos comienza ha hablar pidiéndonos disculpas por no poder presentarse, dice que no recuerda su pasado ni sabe quien es y que no entiende nada de la vida ni de su vida, incluso desconoce porqué vive en la isla… Mientras nos habla mi compañera observa la casa sorprendida de cómo está cambiada. Ahora hay muchas estanterías en las paredes con cientos de botes llenos de múltiples hierbas y potingues, por todas partes hay amuletos: De huesos de zorro, de plumas de cuervo, de colas de rata, de colmillos de jabalí, de picos de vencejo… Apoyado en un rincón hay un báculo precioso, muy trabajado, con plumas de paloma blanca y una punta dorada con incrustaciones de gemas preciosas… Curiosamente el calendario de la cocina es de mil novecientos ochenta. En las dos habitaciones hay camas como dios manda, ya no está nuestro humilde lecho de briznas de hierba. Por lo visto el extraño hombre practica la creatividad. Al lado de la hoguera hay una guitarra, una flauta, sonajeros de cascabeles y un tambor de piel de conejo… y la mesa del comedor está repleta de cientos de dibujos y libretas. Mujer-Caracola con cuidado abre una libreta y ve escrito un poema firmado con el nombre, El Loco de las Montañas.
Está claro que el error de mi compañera en el estribillo de la canción nos ha trasladado a los años ochenta y que el señor que ahora habita en nuestro hogar es el Loco de las montañas. Y por lo que me desveló el Corazón Mágico y por lo que hemos observado intuyo y me atrevo a decir que que este hombre es el mismísimo chamán mas poderoso de la Tierra, el mismo que estuvo a un paso de cambiar el mundo, el que perdió su identidad y no podrá nunca volver al mundo realidad.
HOMBRE-CARACOLA.